viernes, 1 de enero de 2016

Del Emirato al Califato

En la última entrada nos quedamos comentando que Abd al-Rahman fue capaz finalmente de proclamarse Emir Independiente de al-Andalus. Pero, ¿qué era exactamente un Emir? ¿En qué se diferenciaba del Califa?

En resumidas cuentas, la totalidad del territorio sometido al poder de un califa se denominaba califato. El Califa representaba la autoridad máxima, tanto política como religiosa; pero a la vez este territorio se dividía en emiratos, extensiones de tierra más reducidas y fáciles de controlar. Para entendernos mejor, podríamos realizar un símil entre el sistema territorial de la época y el sistema territorial español actual. Teniendo esto en cuenta, siempre salvando las grandes distancias, encontramos una unidad principal, que es el califato (imaginad en este caso España), que a la vez se encuentra dividida en emiratos (lo que equivaldría a las Comunidades Autónomas). De este modo en cada emirato existía un gobernador; el Emir, siempre sometido a la voluntad del Califa.

Embajada de Juan de Gorze a Abderramán III - Dionisio Baixeiras, 1885

Bien, una vez aclarado esto (espero), continuemos...

Como decíamos, Abderramán se había proclamado Emir Independiente, esto significa que se desligaba de la voluntad política del califa de Bagdag (de la familia Abbasí), aunque seguía reconociéndolo como la máxima autoridad religiosa del Islam.

Abderramán III - Grabado del s. XIX
Durante el gobierno de Abderramán I (como se le conocería) y sus sucesores, Hisham I, Alhakén I, Abderramán II, Muhammad I, Al-Mundir y Abd Allah I, el Emirato de Córdoba (se llamó así pues estableció su capital en esta ciudad) experimento un gran crecimiento, tanto territorial como económico y cultural. Sin embargo, debido al grupo tan heterogéneo que conformaba la población de al-Ándalus (además de árabes, bereberes y sirios, se sumaban ahora los habitantes autóctonos de las regiones conquistadas), la estabilidad era un objetivo casi imposible de lograr en su totalidad. Así, entre rencillas internas, sublevaciones, los primeros ataque de los cristianos en el norte y la presión del poder califal desde el continente africano, la inestable estructura del Emirato comenzaba a tambalearse.

Fue entonces cuando Abderramán III, que había sucedido a su abuelo Abd Allah I como emir en el año 921, se autoproclamó, ocho años más tarde, Califa de Córdoba, convirtiendo el emirato en un califato independiente de la autoridad política y religiosa del Califa de Bagdag. Daba comienzo entonces el mayor periodo de esplendor que jamás conocería al-Ándalus, con su capital, Córdoba, como principal emblema.

Continuará…

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